domingo, 18 de marzo de 2007

MIRANDO AL PASADO





UNA VERDAD MANEJADA

Por: David Romero
ESPECIAL DE NARCOTRAFICO. PRIMERA PARTE

¿Quien no conoce la historia del mayor jefe del narcotráfico en Colombia? ¿Quien no ha obtenido información acerca de su vida y de su muerte, de sus hazañas y de sus derrotas, de hechos que lograron desequilibrar a toda una sociedad? De situaciones que llevaron a un país a declararle la guerra. Un personaje cuyo origen es humilde, pero que no fue obstáculo para que llegara a manejar una de las fortunas más grandes del mundo. Una mirada al pasado revelaría a un hombre que no le daba importancia a la vida de los seres humanos, a un hombre ambicioso que como único objetivo trazado era ser dueño y señor de un país, de imponer toda su ideología, sin importar las consecuencias. Esa es tal vez la imagen más probable que se puede obtener del capo del cartel de Medellín. No obstante, tras él, se encuentra su lado humano, su lado menos estudiado, su lado oculto, esa parte que los medios no difundieron sino años después, cuando su muerte causo dolor entre los sectores populares de la llamada capital del sicariato. Esos mismos medios que una vez lo acusaron de bandolero y de enemigo público del país, lograron sembrar en la población uno de los mitos mas recordados y mas difundidos en la ultima parte del siglo XX.
Vale la pena aclarar que basándonos en las condiciones de desarrollo de una sociedad como la colombiana, los medios de comunicación, en este caso particular, son los protagonistas en la formación de la opinión pública. Son ellos los encargados de darle la mirada crítica a la situación que en ese entonces es noticia. No es mentira afirmar que “aunque las estructuras económicas de la sociedad colombiana se han modernizado…. El estado de los medios es el oligopolio: un ejemplo de ello es que en el país solo hay dos diarios de circulación nacional, y pertenecen, en mayor grado (El Tiempo) o en menor (El Espectador) a familias comprometidas con los intereses de los partidos políticos tradicionales” [1].

Pero ¿Qué hizo famoso a Pablo Escobar? El líder del cartel mas grande de Colombia será recordado por sus humildes orígenes, comenzando su vida delictiva en la década de los sesenta como halador de carros; esto lo condujo a su primer conflicto con la justicia, y a pesar de que meses después fue liberado, debido al levantamiento del Estado de Sitio, que por esa época custodiaba al país. Escobar no se quedo quieto, más aún cuando el comercio de cocaína estaba a flor de piel. Rápidamente fue consolidando su pequeño grupo que lo llevo a la cima de distribuidores de droga. No obstante, estos hechos no fueron los que consolidaron al capo como ídolo popular, sino las obras que le aporto a la comunidad. Y es que en una sociedad con grandes marcas de diferenciación social, surge un movimiento o una corriente que llevaría a la aparición de los bandoleros. Esta figura de rebeldía, es más antigua de lo que imaginamos. Un bandolero lucha por las necesidades de una clase social, en especial, las mas oprimidas: “es así como el bandolero es favorecido de la clase social desprotegida; considerándolo su defensor y luchador”[2]. Esta imagen permitió que en diferentes lapsos se dieran a conocer grandes héroes populares como “Sangrenegra”. Sin embargo, el salto a la fama de Pablo Escobar lo dio en el momento exacto en que decidido a ayudar a su población no tan afortunada y más bien, olvidada por el estado, permitió que propusiera un modelo distinto al que se llevaba hasta ese entonces. La construcción de escuelas, parques, la donación de equipos a hospitales y centros médicos para los pobres, condujo a que “el duro” como era conocido se ganara la confianza y el cariño de las personas pobres de la capital de la montaña. Sin embargo, su carrera hacia el narcotráfico empezaba a despegar, y esto se evidencio después de la publicación de un artículo de El Espectador en donde reabre el proceso en contra de Pablo Escobar, y en el cual un juez dicta orden de captura al capo del narcotráfico. Como retaliación a este hecho Escobar planea la muerte del juez, lo cual consigue fácilmente abriendo así el largo listado de asesinatos que se le imputan.

En cuanto a la participación de los medios, Pablo Escobar es calificado como el fundador de la era del terrorismo y narcotráfico en Colombia. En la vida común de la gente pobre de las comunas de Medellin, Pablo Escobar aún no ha muerto, ya que él es la construcción de todo un pueblo, él es el benefactor de las clases populares. Es en este punto donde entro a analizar la siguiente afirmación: “Durante una década los medios destacaron su actuación como heroica… y que sin la participación de los mismos (medios) no habría tenido tanta trascendencia mas allá de su entorno inmediato”[3].
Si bien es cierto que los medios de comunicación son los mediadores de una realidad y que son ellos por medio de los canales que transmiten la información para que un receptor (sea oyente o lector) reciba un punto de vista en el cual se describan los sucesos para comprender lo que hay alrededor, debe tomarse en cuenta la objetividad y la fuente de información. En otras palabras: “los medios de comunicación son contratados por la sociedad para que la informen bajo los principios de universalidad y neutralidad”[4]. Bajo este precepto, es considerable decir que tan oportunas son las noticias, que efectos ejercen en la sociedad y más aun, que condiciones se requieren para darle el apropiado manejo. Manejo que no se le dio a la noticia de Pablo Escobar, ya que era evidente la influencia de varios sectores que controlan al país desde hace décadas. Y es que la noticia y mas aun las primicias fueron mal manejadas y podríamos decir que manipuladas a fin de hacer caer al dueño de un imperio.
Es por esto que Clara Tamayo cita: “cuando los medios sin prever las consecuencias defienden y avalan a uno de los dos sectores enfrentados, exaltando su posición en detrimento del contrincante… se excluye un amplio sector de la población que no se identifica con él”[5]. Esta última cita tiene la intención de evidenciar el mal uso que los diferentes medios, controlados (como se ha dicho anteriormente) por familias oligarcas y con intereses políticos y económicos muy diferentes (se habla de la presión de los norteamericanos en el asunto interno y del rechazo mundial al capo de Medellín). También queda en evidencia, que al repartirse la información como se establece en Colombia, queda el precedente de un control en la información que será emitido u omitido, según sean los intereses de los propietarios. “una consecuencia directa del control de la información, es la información errada o parcializada que recibe el público sobre un conflicto.”[6] Bajo esta mirada, es concebida la noticia en el país, un país en donde los principales medios de difusión de noticias y las principales son armadas por las elites sociales que conforman nuestra nación. Consecuencia de ello “los medios de comunicación masivos no están cumpliendo con su función de mediadores sociales, y por el contrario, esta contribuyendo a reforzar las estructuras violentas de la sociedad… ignora vastos sectores de la población”[7].

Todo este aparato conformado para ocultar información que afecte los intereses de los conglomerados de industriales y financieros del país, permite que los medios pasen a convertirse en otro de los títeres que en este momento enfrenta a la sociedad colombiana. Fue totalmente claro el papel que jugaron los medios para llegar a la muerte de Pablo Escobar, y más aun la red que se formo para que la presión hacia este capo, fuera efectiva, tal como lo relatan las noticias de 1993. Clara Tamayo hace referencia a este hecho mediante el análisis de distintas emisiones del Noticiero Nacional. En la emisión del 27 de noviembre de 1993, se describe la guerra interna que el cartel de Medellín esta librando, para que Pablo Escobar quede con el control de la Organización, esto se evidencia con la aparición de varios cadáveres en la cárcel donde Escobar estaba recluido. Sin embargo no es sino hasta la emisión del día 28 de noviembre de 1993, que la prensa comienza a involucrarse de manera más directa en la búsqueda del capo más grande en la historia del país. Debido a la declaración de un funcionario del Estado, el cual se remite a una conversación telefónica hecha con el hijo de Escobar, el cual pide que se mantenga la protección por parte de la Fiscalia hacia la Familia. Sin embargo, este hecho cobra importancia tras la expulsión de la familia de Escobar por parte del gobierno Alemán quien por mantener las relaciones internacionales con Colombia, decidió deportar la familia que recién había llegado a la ciudad de Frankfurt.

En resumen, el manejo de la información acerca de la muerte de Pablo Escobar solo es comparable con la desinformación que dicha noticia genero, la confusión y la impresición fueron claves, para dar a conocer el asesinato de uno de los narcotraficantes mas importantes en la historia reciente de nuestra nacion. Este hecho solo es comparable con la ilusión que mantienen en la actualidad con el TLC. Que a decir verdad, solo es la continuación de un proceso de consolidación de las clases dominantes sobre las clases oprimidas, y que con los medios a favor, es difícil lograr una expresión libre ya que al ir en contra del sistema, no solo se es expulsado sino callado.





[1] GONZALES Fernán; violencia en región andina: caso Colombia; editorial cinep; Bogotá D.C. 1994; pág. 204

[2]TAMAYO SANCHEZ Clara Rocío; La realidad creada por los medios el mito pablo escobar; tesis de grado; Bogotá D.C. 1996; Cáp. 1 Pág. 5

[3] TAMAYO SANCHEZ Clara Rocío; La realidad creada por los medios el mito pablo escobar; tesis de grado; Bogotá D.C. 1996; Cáp. 1
[4] TAMAYO SANCHEZ Clara Rocío; La realidad creada por los medios el mito pablo escobar; tesis de grado; Bogotá D.C. 1996; Cáp. 2 Pág. 25
[5] TAMAYO SANCHEZ Clara Rocío; La realidad creada por los medios el mito pablo escobar; tesis de grado; Bogotá D.C. 1996; Cáp. 2 Pág. 29
[6] GONZALES Fernán; violencia en región andina: caso Colombia; editorial cinep; Bogotá D.C. 1994; pág. 207

[7] GONZALES Fernán; violencia en región andina: caso Colombia; editorial cinep; Bogotá D.C. 1994; pág. 207

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