miércoles, 4 de abril de 2007

BOGOTAZO... UNA VERDAD SIN DESCUBRIR


NUEVE DE ABRIL, 59 AÑOS
DEL BOGOTAZO
Por: David Romero


¿Quién no conoce esa fecha?, ¿Quién no sabe lo que ocurrió ese día en la capital del país?, ahí comienza nuestra historia. La mañana del nueve de abril, la joven ciudad despertaba en un día gris, no caía agua ni tampoco hacia sol. Era un viernes, y como tal, lideres políticos y ciudadanos del común se reunían en distintos cafés a polemizar sobre la actualidad de la nación. Una vida bohemia trataba de adquirir la ciudad con el paso de hechos trascendentales que marcarían a la capital y que sembrarían el caos. En el Congreso de la República se estaba llevando a cabo la novena versión de una Conferencia de los Estados Americanos, de igual modo se estaba en un periodo en donde la guerra por ideologías se incrementaba y llegaba a los limites de la intolerancia, motivo que llevo a la ciudad a vivir su peor tragedia. El relato de uno de los protagonistas de nuestra historia, afirma la versión que ronda entre los liberales, que vieron como su líder, que masificaba los sueños y las esperanzas de una sociedad, vio frustrada su tarea con el impacto de un arma de fuego. Aquel caudillo que revolucionó la política, que hizo ver el verdadero dominio de las masas, fue víctima de uno de los peores atentados a la democracia que dice haber en una nación dominada.

“En 1948 tenía trece años, en ese entonces, Bogotá, una ciudad en expansión que iba de la calle 11 sur, por la carrera real (séptima) hasta la avenida chile (calle 72) y donde el tranvía, único medio de transporte público que existía, se devolvía por la carrera 13 hasta San Victorino, subiendo por la calle 10. El nueve de abril me acuerdo que era un viernes, y que siendo la 1:00 p.m. me encontraba en el colegio que quedaba en la carrera 10 con calle 8va, se llamaba San Vicente. En ese lugar escuche por la radio, que habían matado a Gaitán.”

Este hecho marco la vida de Julio Gonzáles que a sus trece años, salió a las calles de la capital que comenzaba a extasiarse de los saqueos, de los disturbios, de las revueltas, de las muertes. La sangre limpiaba el pavimento, siendo exactamente la una de la tarde, Bogotá cayó en tinieblas….

“yo subía por la calle 8va, cuando traían al cadáver de Roa, ya muy maltratado y deforme a causa de tantos golpes que le habían dado al pobre. Lo arrastraron hasta la Plaza de Bolívar, a punta de patadas, todo Bogotá se incendio de inmediato y de un momento a otro una multitud enfurecida andaba por las calles”….

Ni aun el asesinato de Julio Cesar en la antigua Roma se podría comparar con la reacción de un pueblo herido, con la perdida de su líder, con el inicio del Bogotazo. Sin embargo este panorama no mejoro, y familias enteras se vieron en la desesperación y angustia por familiares que habían salido a apoyar el movimiento que los liberales por medio de la radio efectuaban. La lucha se vivió en cada rincón, en cada esquina, cada suburbio ardía en llamas, un horizonte de guerra se veía venir.

“…. yo mismo participe en la linchada que le hacían a Roa, dándole una patada, cabe decir, que con esos disturbios en donde la Policía estaba a favor del pueblo, el Ejército le toco tomar el control, la acción del Ejército fue de abrir fuego a la multitud que se acercaba a Palacio. Sin embargo, el pueblo, armado de fúsiles, machetes y pistolas respondió, aunque muy breve fue el enfrentamiento, debido al equipamiento de un bando y a la falta de organización del otro….”

Sin embargo, una es la versión de un estudiante de trece años y otra de una mujer casada y con tres hijos, al que su esposo salio pero no volvió. “mi esposo estaba de descanso, sin embargo, cuando el reloj toco la una de la tarde y dieron la noticia de la muerte del doctor Gaitán, él salio como alma que lleva el diablo, quedándome en la casa con los niños….” Es Teresa Vda. De Romero, una mujer que a partir de esa fecha le tocó aprender a trabajar, a sacar adelante sus tres hijos que la vida no les permitió conocer bien a su padre.

“… cuando yo me quede en la casa, espere hasta bien entrada la noche, sin embargo, fue la llamada de un amigo de la oficina la que me hizo salir, para buscar a Víctor. La oficina quedaba en la calle 13 con carrera 10, al salir me di cuenta que Bogotá estaba hecha un caos, y a pesar de que yo estaba buscando a mi esposo, sentía miedo de todos los rumores que escuchaba, que la policía estaba matando a diestra y siniestra que en los edificios habían francotiradores. En fin, mi mayor miedo lo tuve cuando me tope con una patrulla que me hizo orillar, y pasar por encima de algunos cadáveres que estaban tirados, sin embargo, de nada sirvieron mis palabras de querer buscar a Víctor, ya que me obligaron a regresar o si no me mataban….”

En la noche del nueve de abril, Bogotá era un verdadero infierno, incendios, sirenas, estallidos, ráfagas, hacían de la ciudad un escenario perfecto y adecuado como el vivido por Europa tres años atrás en la Segunda Guerra Mundial.

“…doy gracias a Dios, que apareció un señor y me acompaño a la oficina de Víctor, ubicada en el edificio Estela. Yo entre a la oficina y ví el abrigo y lo encontré con una mueca que generalmente hacia….” Un silencio habita el lugar, los recuerdos renacen y las heridas vuelven a aparecer. “…me llene de lagrimas, me lo quería llevar, sin embargo, llegaron esos policías pastusos y me lo impidieron. Lo único que logre coger fue su cédula que la tenia en su abrigo. Salí de la oficina directo a mi casa donde mi suegro y mi cuñado Pepe Romero. Ellos estaban de fiesta, aún no se enteraban de lo que le pasaba a Víctor, sin embargo me acuerdo cuando llegué, él me pregunto que pasaba, y cuando le conté, salio con mi suegro a buscar el cadáver, con tal mala suerte de que ya lo habían sacado…”

Pero ¿Quién era Víctor Romero? Este personaje era hijo de Juan de Dios Romero, uno de los pioneros en el campo del periodismo en la capital, y que junto a su hijo Pepe Romero marcaron un estilo en la forma de hacer periodismo. Víctor Romero era el líder del sindicato de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) y que junto a su hermano logro crear el periódico interno llamado El Transformador. Electricista por vocación, Víctor Romero, era uno de los mas fieles seguidores de Jorge Eliécer Gaitán, cada discurso que pronunciaba el caudillo era atentamente escuchado, sin embargo, fue esa pasión hacia la política la que lo condujo a la muerte y la que casi lo conduce al anonimato. “…..Pepe Romero, que en ese entonces trabajaba en La Patria, comenzó a hacer contactos que le permitiera llegar al cadáver de Víctor, las pistas empezaron a aparecer. Sin embargo, no fue sino hasta el trece de abril que lograron encontrar el cuerpo en un estado deplorable….”

Mientras tanto, cabe recordar que los días que siguieron al nueve de abril, la violencia en las calles de la capital se intensificaron, muchos relatan la aparición de bandas dedicadas a saquear los almacenes mas caros de la ciudad. Los enfrentamientos con el ejército, a pesar de haber disminuido, se seguían presentando sobre todo en los alrededores de Palacio, donde la hilera de cadáveres era interminable. Los escombros de las edificaciones, las ruinas de los tranvías, el desplome de las casas, todo un entorno producto de la furia popular.
Pero no olvidemos a Julio Gonzáles, este muchacho de trece años se vio muerto en varias oportunidades tal y como lo relata 58 años después. “los disturbios provocaron grandes saqueos, los tranvías empezaban a rodar incendiados, y algunos eran volteados. Uno podía ver señoras de la plaza con pieles y trajes muy finas acabadas de salir de un almacén de ropa….”

La multitud enfurecida y organizada por los medios que la conducían hacia un abismo, y con la confianza de tener el apoyo policial, fue a embestir a Palacio, donde el Presidente, junto con sus ministros, declararon el Estado de Sitio. “entre los disturbios se decía que Fidel Castro apoyaba la labor que nosotros estábamos haciendo. Y en cuanto a la policía, ellos fueron responsables de la liberación de los presos de las cárceles, todo esto, sumado a lo que ya venia pasando, hizo que el Bogotazo durara ocho días más. Y es que los días posteriores fueron peores que el primero, ya que desde las cúpulas de las iglesias se ubicaban francotiradores, y en la estación IV de policía, a una cuadra de la iglesia Santabárbara se repartían armas…”

En efecto, el desorden que se veía en las calles bogotana, no era sino el resultado, de una convulsión social, acompañada por el licor, se decía que en ese entonces, los policías ya estaban ebrios, y que repartían fusiles tanto a grandes como a pequeños, y que ellos mismo sin tener los cinco sentidos los orientaban para combatir la trinchera que se formo alrededor del palacio presidencial. “…. sin embargo, esa estación no duro mucho en pie, ya que un cañonazo del ejercito la hizo volar. Por otro lado, a Bogotá la salvó el aguacero que se presentó, que permitió que los diferentes incendios no consumieran viva la ciudad….” Conforme los días iban pasando, la escasez de comida se presentaba, y los saqueos que en principio estaban dirigido hacia teatros, licoreras, o tiendas de ropa, ahora se centraban en los mercados y tiendas.

Luego de haber encontrado a su esposo, Teresa tiene que enfrentarse a un nuevo mundo, sola, con tres hijos que mantener, inicio un proceso de transformación, aprendió a coser, y se dedico de lleno a la costura, fueron muchas las horas de dedicación, de esfuerzo, de sacrificios enormes, para poder sostener a su familia, además, cabe anotar, que no se volvió a casar y por una sencilla razón, muchas de las mujeres que se casaron en aquella época, luego de viudas y que se volvían a casar, aparecían con golpes a causa de sus nuevos esposos, por esa y por el amor que mantiene aun después de muerto a su esposo, le ha impedido volver a fijarse en otro hombre que no sea él. Para finalizar, podemos representar el coraje de esta mujer, con las ganas de salir adelante, de sacarle provecho a las oportunidades de la vida, en fin de demostrar que en este mundo a pesar de las dificultades, si se puede progresar y prosperar.









1 comentario:

.:: Bogotá 35MM ::. dijo...

Hombre David, qué bueno es recordar, así sea una tragedia tan profunda para la sociedad colombiana. Qué bueno es saber que la gente no olvida o por lo menos usted, yo y mario nel (http://campuscomunicativo.com/?p=229), entre otros.

Yo iba a hacer una publicación sobre el 9 de abril, con una película que se llama 'confesiones a Laura', pero preferí esperarme 1 año hasta que pase el 50 aniversario de esta fecha inolvidable para los colombianos. Así los medios convencionales no hubieran querido hablar del tema.

Le dejo un saludo y lo invito a que se pase por B-35MM.