EDITORIAL
A lo que fue llamado un acto "idiota, imbecil" por nuestro honorable vicepresidente, se suman las voces de protesta de los diferentes dirigentes de la nación por la desición de la FIFA de vetar a las ciudades con una altura mayor de 2.500 m.s.n.m. para la realización de encuentros internacionales (lo que sacaría a Bogotá de las eliminatorias). No me opongo a las protestas de impedir que cuidades a dichas alturas queden vetadas, más cuando se tiene un recorrido de 50 años practicando este deporte, lo que llama la atención es que en vez de estar al frente de unas protestas estudiantiles y darle prioridad a lo que en el interior del país sucede, funcionarios del gobierno se rasguen las vestiduras por que un dirigente deportivo hace o deshace (para eso esta la Federación Colombiana de Fútbol).
Que los medios no sean participes de la manipulación de la información, que la sociedad no se deje cegar por circunstancias ajenas y que no vienen al caso. En definitiva, que el gobierno se ocupe de sus funciones y evite el protagonismo en temas que no le corresponden, que le de prioridad la educación y a la salud, que a las desiciones de un organismo como la FIFA para que sean políticas de Estado ni mucho menos que se deje de lado temas tan fundamentales como las marchas que se vieron en todo el país.
Por ahora, sectores como el de la salud y la educación seguiran marchando en busca de una respuesta, o mejor una solución a las deficientes garantías que la nación brinda, y que en aras por salvarla pasa a ser una mercancía más del mercado en vez de una necesidad de la población (que no crean que la carga del pasivo pensional es lo único que viene en reformas).
Todo esto, acompañado de un discurso que evade la responsabilidad estatal y que viene manejando desde mucho antes a la población colombiana. Dejemos atrás los fantasmas del pasado, y que sean las generaciones presentes y futuras las que no caigan en la trampa de dejarse llevar por las cortinas de humo que el oficialismo busca en los medios masivos.
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